Si las iglesias de Cusco son conocidas por albergar la obra de artistas nativos, que define muy bien la Escuela cusqueña de pintura, estas no acaban de revelar la contraparte musical que en sus ambientes resuena. Un conjunto de himnos y villancicos en lengua quechua que a diferencia de los conocidos cantos de origen europeo presentan la forma mestiza del harawi y la gashua. La aparición de este repertorio deja constancia de la influencia recíproca entre el rito católico y la música indígena en la diócesis del Cusco. Pone en evidencia igualmente los ajustes socioculturales por los que la música religiosa en lengua quechua atravesó desde el siglo XVII. Pues contrariamente a lo que por lo común se piensa, esta tradición musical denota a lo largo de este tiempo una singular capacidad a la variación y sus cultores un amplio margen de maniobra. Antaño practicado por músicos especializados hoy toma cuerpo en la voz de devotos solitarios o en conjuntos, que recurren a la música para hacerse escuchar por las divinidades, estimulando un sentimiento de cercanía que cuanto más hondo es este las lágrimas brotan, tornando la interpretación musical en una experiencia mística.

Continuar leyendo…

Investigación etnomusicológica, registro de audios y textos: Enrique Pilco Paz